domingo, 1 de febrero de 2009

31/01/09___Un descanso para el alma


Eran las 6 de la mañana, como casi todos días nos despertamos poco a poco para escribir los extractos de ayer (o no) y desayunar algo antes de que a las 7:30 nos pase a buscar la furgo del MINSA. Claxon y corre corre que nos ha pillado desprevenidos. Ah, me olvidé de decir, cielo nublado y llueve…bastante, como dirían aquí. No importa, bolsas en la mochila, bolsas herméticas y a la furgo que falta gent! Pasamos a buscar la dra y nos tenemos que apretujar bastante porque no hay ningún valiente que se ponga atrás con la lluvia. 3 delante y 4 detrás y las mochilas y los tupers de comida que preparó la dra, en uno hay arroz, en el otro no sabriá yo decir. Nos dirigimos al muelle del MINSA donde a parte de muelle vive la dra. López (subdirectora administrativa del HRESB). Por cierto, no les presenté al cómico Orlandito, hijo de la dra Castro y con voz de cartoon de 9 años de edad que entusiasmado se unió al grupo expeditivo.

Ya en el muelle, cámara en mano y se me termina la batería, muy bien Judit! Esperando que esperarás nos damos cuenta de que falta alguien…bueno más bien la dra se dió cuenta, nosotros habíamos pensado en él pero no sabíamos si venía o no y si ya lo pasaban a recoger. Efectivamente, nos olvidábamos al Ing. Juan! Llamada de Mateu y a coger un taxi. Desayunamos un poco de gallo pinto riquísimo y huevos revueltos con tomate también para chuparse los dedos y el cielo empieza a despejar. Dónde están los chicos? Ninguno de los dos coge el teléfono pero finalmente aparece Jimmy, que nos estaba esperando en el muelle de su amigo Víctor, el que nos prestaba la panga, y se había dejado el celular en casa. Víctor es el anfitrión de la panga, hombre de piel morena y rasgos achinados, propietario de algún que otro importante negocio hostelero. Vienen en la panga también Yaohan (íntimo de Jimmy y taxista de coche tuneado comono), Freddy (amigo de Jimmy), el pequeño Ever (no sabemos de dónde salió) y Steven (hijo de Víctor). Dentro en la panga también, a parte de la bebida y la comida, una tabla de windsurf, los skis y la tabla para hacer ski acuático.
Ya para cuando salíamos el sol sacaba la cabeza sobre la bahía de Bluefields y rumbo al norte tuvimos que dar media vuelta para cambiar algo del motor. Ahora sí, rumbo a Caño Negro con el viento en la cara, el cuerpo a ras de agua y en seguida selva y selva a ambos lados. Orquídeas blancas, campanillas, palmeras y verde verde y más verde, una comunidad a nuestra izquierda, el primer desvío mano derecha y el segundo a mano izquierda entrando ya en Caño Negro. Se llama Caño Negro por sus aguas negras desteñidas de los manglas que llenan ambas orillas, tan negro que cuando te bañas uno se ve de color amarillo Simpson. Pero aun estamos secos, a mano izquierda llegamos a un embarcadero de madera un poco desaliñado, nos cuenta Jimmy que antes había una casa de dos pisos y toda la subida del pequeño cerro era verde bien cuidado. Imagínense, selva por doquier, un embarcadero de madera vieja y un pequeño cerro con un caminito delineado con puntafina que lleva a una casa de madera también en la cumbre. No hay ruidos, no hay antenas, no hay contaminación ni malos augurios.

Y ahí va, el primero al agua, y el segundo, en ropa, da igual. Subimos a saludar a Don Carlos, dueño de la finca, pero no está. En su lugar nos encontramos a Carlos, su hijo. Aquí se cogen tal cual los frutos del árbol y Jimmy nos invita a coger y comer guayaba. Entramos en el cobertizo donde los chanchos están comiendo maíz del suelo y los chanchitos buscan desesperadamente las tetillas de su madre cerda, las gallinas andan sueltas y un perrito pastor alemán de algunos meses de vida menea la colita jugando con los extraños. Saludamos, nos cuentan del caballo que quedó atrapado en el barro y cuyos huesos vimos al subir, Carlos nos da de probar chicha de piña (esto es piña fermentada) que está más o menos buena, bajamos a por la comida y un chapuzón. Judit al agua, le sigue Alberto y a Lorena le cuesta un poco. El cielo está un poco nublado pero va saliendo el sol y por lo demás, el agua está divinamente caliente (caliente para nosotros comparado con nuestro Mare Nostrum, fría para ellos acostumbrados al calor del verano aunporllegar de aquí). Orlandito con un salvavidas juega con Ever mientras tras hacerse un poco de rogar la dra se tira también en pantalón y camiseta y su salvavidas. Que aunque dice que no sabe nadar, luego vimos que sí que sabía. Y así pasamos el rato, nadando y sujetándonos en la tabla de windsurf, saltando y reposando al mediosol. Llega Mateu que se había perdido por ahí comono con su cámara fotográfica. Yo voy subiendo buscando cobertura para comunicarme. Entro en el cobertizo donde Carlos trabaja y platica con Víctor, me uno a la conversación. Víctor me cuenta de su origen chino, de sus negocios, de su país Nicaragua y de su estada en Costa Rica con su delincuencia, playas paradisíacas e hipocresía; Carlos de su estada en gringolandia y de cómo volvió echando de menos a su país. Al cabo de un rato suben todos, entonces yo bajo porque se me olvidó la camiseta y a la vuelta ya están todos con su ron lite con jugo de naranja y limón exprimido en la mano.

Me sirvo, como no. Y mientras platicamos, el pollo que trajo Jimmy (hecho por su madre) se va calentando y nuestro apetito se abre y nuestra mente se enturbia (la de algunos más que la de otros….). Llega Don Carlos con los mozos, él parece un muy buen hombre y ellos también. Luego supimos que cobran 50$ cada quince días, aquí la gente lo cuenta sin preguntar, extraño. Para comer, arroz con pollo, alguna rebanada de pan y cóctel de ostrones que superando prejuicios probé y degusté. De hecho sabía más a chile que a otra cosa y las ostras viscos…hice el corazón fuerte, pero no me arrepentí. Y de postre, bananos cogidos directamente de un enjambre de bananitos que habían dejado madurar colgados ahí mismo en el cobertizo. Por cierto que a Albert le saltó una gallina en el plato y se quedó sin repetir, los perros digo yo que se lo agradecieron enormemente pues los tienen sin apenas comer para estar seguros que cuando salgan a cazar busquen la comida que se comerán los dueños. Y Juan que da ron al perrito pequeño…

Una buena comida, empieza a llover y los mozos que andaban por afuera ni se inmutan, ya se secará cuando dentro de unos minutos salga el sol. Para digerir qué mejor que nos castren a un chancho allí mismito, yo asisto a la masacre y le saco alguna que otra foto, me pensaba que me daría más impresión. Eso sí, imagen brutal la del chancho medio escocido atolondrado apenas aguantándose y los perros devorando sus bolas justo al lado. El chancho se llamaba “taladro” (imagínense porqué) y lo castraron sin anestesia, eso sí, luego le inyectaron algo para que no se le infectase la herida que dejaron abierta, todo un detalle. Y aunque un poco impactante, nada más alejado de la realidad española de hace 50 años.

Acabado el espectáculo y con otro ron en la mano nos vamos a la gradería del paraíso, un balcón de madera resguardado del sol y dónde corre el aire con vistas de 180° a la selva tropical húmeda. Perfecto lugar para tomar, reposar y platicar plácidamente. Buena charla con Jimmy, caballero galanatento y de enorme corazón. Divino lugar hubiese sido para echarse una buena siesta tumbados en hamacas. Qué me dicen de otro chapuzón? Al agua patos y ahora vienen hasta Carlos y un mozo. No queda mucho combustible así que sólo pueden esquiar Mateu y Steven, yo otra vez será, Albert se queda sin pero bueno. A Jimmy le sabe mal, pero de verdad que venir aquí ya ha sido todo un regalazo. Planeamos de volver y pasar la noche bajo las mil estrellas que se tienen que ver, con 6 meses habrá tiempo. Empezamos a parecer camarones y nos damos cuenta que quizás no nos pusimos suficiente bloqueador (así llaman aquí a la crema protectora). Y aquí en el descanso en el muelle, intento fallido de Víctor y Carlos de que nos quedásemos con menos ropa, pero como dijo la dra: aquí la idiosincrasia no permite enseñar más que lo que permite un bañador de natación. Pero ustedes me dirán…5 hombres viviendo solos en medio de la selva, dónde la única calle que los comunica es este caño.

Por cierto de que se quedaron maravillados que supiésemos nadar tan bien, aquí cada cual se las apaña para aprender. Qued(o)amos más que invitados a volver. Llega la hora de partir y este relato se está alargando pero no se crean que ya va a acabar. Por el camino me siento al lado del timón junto a Jimmy y me va contando de la fauna y flora de la zona, cómo sabe! Ep! Una tortuga a mano izquierda! Y son las 5 cuando llegamos a casa de Víctor, en el barrio de Pointing, otro de los barrios mayormente afroamericanos y en el que hubo el castillo de un rey mosco. Nos abren unos cocos dulces, diferentes a los que probamos en el hospital y ciertamente más dulces, riquísimo! La dra llama a la furgoneta del MINSA y mientras esperamos salen los chicos que cargan los equipos en el taxi de Yao (como dice Albert, se puede hacer un reportaje fotográfico sólo de los taxis de Bluefields).

Llegamos a casita, queda poco para que anochezca y decidimos ir rápido a La Loma en el barrio de San Marcos para ver las vistas de la bahía. Le preguntamos al taxista sobre los barrios y nos dice que ciertamente el nuestro es más que xungo… El taxi va a trompicones y se cala a media subida justo enfrente de una casa, la gente se nos queda mirando y ríe (yo también lo hubiese hecho…). Marcha atrás y por fin lo conseguimos, imagínense un Atoz con 5 personas subiendo una cuesta importante, esto pa’ verlo..! El taxista nos cobra 10C$ de más para subir ahí arriba.

Tienen tickets? Cómo? Se ve que hoy hay espectáculo en La Loma. Está bien pagamos 50C$ y nos sentamos en una de las muchas mesas libres. Nos ponen un esparadrapo para numerar la mesa, escribe: "mesa #7, cheles". Sí, tal cual, para los que no lo sepan, los “cheles” somos los blancos. Nos reímos, qué vamos a hacer sino? 4 toñas y 4 platos fuertes, todos muy buenos y acompañados de tajadas o tostones y arroz y ensalada. Se va llenando el restaurante, es un cobertizo circular como sacado de la Polinesia de Port Aventura, pasa el aire y se está muy bien.
Empieza el espectáculo, se ve que Bluefields Sound System organiza una competición de baile. 4 son los equipos participantes, niñas morenas que bailan tremendamente, algunas un poco perdidas y otras sinpalabras, sólo un chico-niño en la competición y también déjenlo ir. Pasan dos a la final y ahí nos quedamos porque Mateu, que quería ir de discoteca hoy, dice que está cansado.

Me ducho y me voy a la cama, con los pies que me salen por abajo y la piel que me arde... Ha sido largo el relato pero la vivencia lo merecía. Gracias atentos lectores.
Esto es el cielo y nadie lo sabe. Quién se apunta?
PPD: Me olvidé mencionar el taxista que llevaba una pantalla plana artesanal en el parasol, otra en donde la radio y aun quería otra para los asientos de atrás. Todo un personaje que se fascinó con los euros y al que Albert dió 1E y medio. Que los forraria y los pondría en el cristal de atrás. Viaje ameno, dirán?

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