sábado, 1 de marzo de 2008

Día 8 – Don Leónidas

Hoy ha sido un día tranquilo, como cabía esperar después de la actividad frenética de ayer. Nos hemos levantado a las 6:30, después de resistir durante más de una hora los cantos de los gallos. Nos hemos lavado como gatos en los depósitos de agua que se llenan con el agua de lluvia que cae del tejado del centro de salud, y hemos desayunado un “polvorón” con leche malteada que nos ha dado Juan García.

Hacia las 8 nos ponemos a reparar el cable. Resulta que al poner cinta aislante, la pestaña del conector UTP había quedado apretada, y a la más mínima tensión se había salido del conector de empalme. Esto nos enseña una lección: el proyecto más sofisticado puede irse al garete por el detalle más nimio. Todo el enlace caído por una simple pestañita de plástico. Una vez reparado, he estado un rato comprobando la conexión, para preparar la sesión de formación de las 10 de la mañana. Asistirán el doctor Ernesto Ulloa, don Leónidas y Lorna, de Desos, y Conchito (Concepción), un miembro del equipo. Haremos una sesión teórica de media hora, y hemos quedado con José Arana para que nos haga de “sparring” de la conexión a las 10:30.

Joan y Lluc se han ido a dar una vuelta con don Leónidas, y han llegado todos un poco tarde, pero como a las 10:20 nos sentamos alrededor de una mesa, y empiezo a explicarles como está diseñado el sistema. Uso folio y bolígrafo a modo de pizarra. El objetivo es que entiendan como debe estar todo conectado, y los diferentes tipos de cable, por si algún día hay que reconectarlo o repararlo en nuestra ausencia. Parece que lo captan bien. Luego hemos pasado a hacer la sesión práctica. Hemos diseñado la siguiente secuencia de prácticas:

  1. Llamar por teléfono al Hospital de Bluefields y recibir una llamada del mismo.

  2. Establecer una videoconferencia con Netmeeting.

  3. Mantener un chat de texto con Netmeeting.

  4. Enviar y recibir un archivo con Netmeeting.

  5. Compartir un dibujo en la pizarra (whiteboard) de Netmeeting.

  6. Compartir una ventana de aplicación con Netmeeting.

  7. Transferir y recibir archivos a través de la carpeta compartida.

Justo cuando nos hemos puesto a hacer las prácticas, no iba el teléfono. Nos conectamos al VIP local pero no funciona el enlace con el cerro. ¡Pánico! ¿Nos hemos precipitado con las celebraciones? El desastre es tan completo que no lo podemos atribuir a un fallo del sistema. Debe ser que el cerro se ha quedado sin luz. El otro día técnicos de Enitel estaban utilizando nuestra regleta. Empezamos a imaginar escenarios de todo tipo, pero llegamos a la conclusión de que debe ser que el cerro no tiene electricidad, a pesar de que nos habían asegurado que tenían una planta generadora. Quedamos que reanudaremos las prácticas más adelante, cuando el sistema vuelva a funcionar, y don Leónidas y Lorna se van.

Aprovechamos el rato para que Ernesto me refuerce el yeso, utiliza un rollo y medio, que es un bien preciadísimo ya que como el centro de salud no es hospitalario, le dan el yeso con cuentagotas y como una excepción. Se lo agradezco enormemente porque la verdad es que la suela estaba quedándose debilitada. No es que ande mucho, pero los trayectos por La Aurora son accidentados, por colinas y prados. Además, ya venía un poco débil de Bluefields.

Justo unos minutos después suena el teléfono. Era José Arana, que nos cuenta que Bluefields se había quedado sin luz, ¡incluido el hospital. Estan colocando fibra óptica en la ciudad, y Enitel parece no tener escrúpulos a la hora de conectar y desconectar las líneas de teléfono y electricidad. Empezamos la capacitación con Ernesto, que pasa las siete pruebas en un periquete, y se muestra encantado con el sistema. Insiste en probar si sus trabajos de investigación, la mayoría en formato Word y Powerpoint, se transmiten bien. Escoge un archivo de 22M que tarda un poco pero llega sin problemas. El sonido de la videoconferencia tiene un poco de eco, pero todo lo demás funciona a la perfección, y eso que el nivel de potencia nos ha obligado a bajar la velocidad de conexión de 11 a 2 mbps.

Justo cuando estaba acabando la práctica número 7, llega un aviso de emergencia. Un grupo de 20 hombres de la comunidad “Nueva Rubén Darío” traen a un chico de 14 años en camilla. Cayó de un árbol de cabeza y no oye ni habla. Se les ve muy preocupados. Han salido esta mañana a las 7, y ahora son las 12:40. Casi seis horas atravesando cerros y ríos, en turnos de dos llevando al chico para que lo vea Ernesto. El incidente nos impacta tremendamente, y a la vez nos muestra de la forma más cruda posible la importancia que tiene este centro de salud y su médico para toda esta población. No podemos entender como podían estar conectados sólo con una radio, que ni siquiera conecta con la sala de emergencia. Ahora entendemos la alegría de Ernesto por tener un teléfono directo y un sistema de videoconferencia con las emergencias del hospital.

Nos ponemos a comer el pollo frito con arroz, frijoles y chile cabro que nos han traído, un poco apesadumbrados por la situación. Pero al final sale Ernesto y nos cuenta que el chico está bien, y que todo es consecuencia del shock de la caída. Lo ha sedado y dice que mañana estará bien. Nos alegramos mucho, porque no teníamos ganas de vivir un drama. Ernesto nos cuenta que al principio siempre que llegaban en camilla asumía que era algo muy grave, y se ponía nervioso, pero que ha visto que a menudo lo que asusta mucho a los familiares acaba siendo algo poco importante. Por otro lado, nos cuenta el caso de una señora mayor que llegó pensando que tenía hongos en el pie, y acabó en el hospital con el pie amputado por gangrena. Cuando Ernesto tiene una emergencia la refiere al hospital. Tienen una panga con un motor de 85 caballos que consume 15 galones en cada trayecto (unos 80 dólares, una verdadera fortuna por esta zona). El MINSA sólo paga el combustible cuando son embarazadas con complicaciones, o niños menores de 5 años en estado grave, y eso aún porque está financiado por Suecia. En el resto de casos, aunque sea una apendicitis, es el paciente el que tiene que pagar el combustible, aunque la atención médica sea gratuita. En la mayoría de los casos, la familia tiene que recurrir a una colecta o a endeudarse seriamente para conseguir los 80 dólares del trayecto de ida. Se entiende que la vuelta la hacen en panga normal (70 córdobas, 2,5 €).

Luego han vuelto don Leónidas, Lorna y Conchito a la capacitación. Primero se ha puesto los auriculares don Leónidas, y Lorna se ha colocado a su lado. Han pasado las siete prácticas con bastante éxito. Al final hemos hecho broma, simulando una pequeña ceremonia de graduación y tarareando “Pomp and circumstance”. Luego le tocaba a Conchito, pero se ha puesto muy nervioso. Aparentemente no ha utilizado nunca un ordenador, y era una locura hacerle pasar por las prácticas. Hemos quedado en hacer mañana una sesión previa de uso básico del ordenador, y luego una sesión adaptada con las prácticas más simples. No tenía sentido hacerle pasar un mal rato al pobre hombre. Para que no quedara como que no había hecho nada, hemos hecho la práctica del teléfono. Ha llamado y recibido una llamada del hospital, y ha quedado muy contento.

Luego, don Leónidas ha ido a buscar a Miguel, representante de Acción Médica, para que nos abra la casa de su ONG para que durmamos nosotros. Es una casa bien equipada que tienen cerrada, porque parece que ahora han reducido sus actividades en La Aurora. Detrás de la casa hay una letrina muy bien acondicionada, un pozo, y una ducha, que no es más que un recinto cerrado con tamaño de ducha, sin grifo ni desague. Se lleva un cubo de agua del pozo, y se ducha uno, tirándose agua encima con una palangana. El agua cae al suelo y se va por el suelo. Nos hemos duchado los tres, mientras un “chancho” merodeaba por los alrededores.

Luego hemos ido a avisar a la señora que nos preparaba las comidas que hoy iríamos a comer fuera, y nos hemos puesto de camino al bar de doña Chica, donde estuvimos ayer. Para llegar hay que trepar pendientes bastante fuertes por el monte, lo que yo acometo con enorme dedicación, con un plástico sobre el yeso, las muletas como apoyo imprescindible y una luz frontal de leds muy potente. Debo parecerles un extraterrestre a los lugareños. Por fin llegamos a donde doña Chica y está cerrado. Preguntamos a un señor. Le digo, "no somos de aqúi, ¿nos puede indicar dónde podemos ir a cenar?". Joan casi se cae al suelo de la risa, por lo de "no somos de aquí", yo, con la pinta que tengo. Nos dirigen a donde doña Rita, que nos da pollo, arroz, frijoles y, ¡sorpresa! ensalada de pepino con limón. No hay planta generadora, así que cenamos con velas, y bebemos limonada sin hielo. Ahora, a bailar al bar “El Almirante”, o como todo el mundo le llama, “La Conejera”, porque está en un lugar donde antes criaban conejos. Tiene una super planta, con música a todo trapo, luces de discoteca, y algunos CD colgados del techo para que hagan reflejos irisados. El ambiente está relajado. Conseguimos que el dueño nos cambie 50 dólares, porque nos estábamos quedando sin cambio. Al principio se resistió un poco pero con un cambio adecuado accedió. Al llegar nos encontramos a don Lionel, Lorna, a las “chelitas” Laura, Lídia y Marta (chele viene de leche, y es el nombre que nos dan en Nicaragua a los blancos de piel), que nos dijeron que el doctor nos estaba buscando. Al final llegó y entramos a la “discoteca”. Bebimos unas cervezas y bailaron los ritmos locales, que incluían la “punta”, rancheras y reaggeton. Las chelitas en Nicaragua eran igual que las suecas en España hace 40 años. Al final, no son más de 40 o 50 años lo que nos separa de esta parte rural de Nicaragua, quizá menos. A la entrada de la discoteca estaba el párking, sólo que en La Aurora no hay coches, y la fila era de mulas atadas a la verja. La gente llegaba y se iba, cogiendo y dejando sus mulas.

Al cabo de un rato salimos a sentarnos al fresco, y empecé a conversar con don Leónidas, al que durante el día por error llamé don Lionel. Tuvimos algunos problemas porque un borracho estuvo interrumpiéndonos con una tenacidad que si la tuviera para el trabajo, mejor le hubieran ido las cosas. Estaba hasta arriba de “guaro”, un destilado casero local. Don Leónidas nació en Bluefields y participó en la revolución Sandinista, haciéndose cargo de numerosos proyectos de alfabetización, concienciación social, utilizando técnicas como el teatro callejero, o sociodrama, para escenificar situaciones de violencia doméstica, drogaadicción y abusos sexuales, y provocar la reflexión entre la población, y animar a las víctimas a sacar sus casos a la luz.

Desde entonces no ha dejado de estar comprometido con el país, trabajando en proyectos de medicina rural, o en su especialidad de ingeniero agrónomo, como ahora, en proyectos de mejora de cultivos. Estan introduciendo cultivos como el cacao, compatibles con los cultivos tradicionales, pero de mayor valor añadido para el campesino porque producen productos exportables. También promueven proyectos de ganadería silvopastoril, que compatibiliza la explotación ganadera con el medio ambiente evitando la deforestación, ya que el ganado puede alimentarse sin tener que talar los árboles, o “palos”, como les llaman aquí. Don Leónidas me cuenta una serie de desencuentros que hubo entre Desos y Raíces Solidarias, que terminaron con cambios importantes en la gestión de los proyectos en Nicaragua. Se creó Desos Nicaragua, del que es director ejecutivo José Arana. Gloria Mangas, que había sido muy activa en la época en que Toni, Albert, Pau y Neus estuvieron aquí, se ha desvinculado, aparentemente por temas de salud. Intentaremos conocerla, ya que fue una persona tan importante para nuestros compañeros cuando estuvieron aquí.

Don Leónidas forma parte del grupo de antiguos militantes del FSLN que fundaron el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), al que pertenecen José Arana y su tío Moisés, antiguo alcalde de Bluefields y cónsul de Nicaragua en España (no me supieron decir qué ciudad). Se percibe un enorme desencanto con la figura de Daniel Ortega, y sobre todo con su hermano Humberto, a quien acusan de enriquecerse a cargo de las empresas públicas del país. Con mi yeso a cuestas, enfilo el camino a la casa, montamos las mosquiteras y a dormir. A Joan le cedemos la cama doble, porque necesita la diagonal para caber.

Rafa

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