sábado, 6 de febrero de 2010

El calor de Managua

A las 6 de la mañana ya estábamos despiertos, no sólo por la claridad que entraba por la ventana y los efectos del jet lag sino por un par de lapas (papagayos) que empezaron a hacer ruido. Juan se presentó en el Hotelito Kelly a las 12 de la mañana, nos explicó que se había quemado el medidor eléctrico de su casa y que por eso dilató.

Acompañados por Juan fuimos a Datatex, Comtech y un par de tiendas más. Hicimos las cotizaciones (basándonos en las que teníamos hechas por Jimmy) y verificamos que para compras grandes en el futuro (como la de los 20 monitores) se podría pagar por transferencia bancaria desde Barcelona. Decidimos que el lunes siguiente compraríamos los dos routers que debíamos llevar para el Hospital de Bluefields.

Después de hacer las cotizaciones fuimos al Metrocentro (centro comercial) para comprar una SIM card de CLARO y nos dirigimos al Malecón. Allí almorzamos (comimos) acompañados por el Ingeniero Juan en una terraza a la orilla del Lago de Managua, donde probamos algunas variantes de su forma de cocinar el banano (en Nicaragua se le llama banano al plátano y plátano a la banana) como tajadas, maduro y tostones.

Regresamos al hotel y nos estuvimos bañando en la piscina para combatir aquel calor horrible. Poco a poco nos fuimos ganando la complicidad de las empleadas del Hotelito Kelly platicando con ellas, eran personas cerradas al principio, si más no la primera impresión que tuve era diferente a la idea que uno tiene cuando viaja a un país centroamericano, pero cuando ganabas su confianza era gente amable y encantadora. Las recepcionistas nos dieron muchos consejos para nuestro futuro viaje a Bluefields, decían que era muy diferente a Managua, a mí me gustaba escucharlas porque ya tenía ganas de llegar a Bluefields y conocer el lugar donde ibamos a vivir los siguientes meses.

No fuimos a dormir muy tarde, al día siguiente habíamos quedado con el Ingeniero Juan para visitar Masaya y bañarnos en la Laguna de Apoyo.

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