lunes, 26 de enero de 2009

DOMINGO 25/01/2009

Este ha sido nuestro día más relajado desde nuestra llegada a Nicaragua.

La mañana comenzó muy temprano, sobre las 4:45, despertándonos todavía de noche en el hotel González de El Rama. A penas nos habíamos lavado la cara que ya estábamos cargando cajas para el embarcadero de pangas. Por suerte el hotel estaba pegadito al puerto.

Normalmente, los Nicaragüenses cogen el bus de la noche en Managua, sale a las 9h de la terminal y llega a El Rama a las 3h de la madrugada. Tienen que esperar en el embarcadero hasta las 5:30h para subir a las pangas, con lo que la calle estaba llena de personas con sus equipajes esperando partir para Bluefields. Nosotros siempre guiados por el ing. Juan, fuimos dejando todo el material en el embarcadero justo en frente de la panga JIPE 2.

Sólo por acceder al embarcadero tuvimos que pagar un impuesto de 60C$ de entrada de personas y material (5C$ x 4 personas + 5C$ x 8 bultos, aunque llevábamos 13 paquetes). Para bajar a la panga tuvimos que esperar a que nos llamaran por nombre, como cuando el profesor pasa lista en una clase. Una vez cargadas todas las cajas en la panga, el atento ing. Juan regateó con el experto “calculador de libras” y consiguió un buen precio: 300C$.

A las 6h comenzó el descenso de 1h45min por el río Escondido, llamado así por su cantidad de meandros y la vegetación que lo cubre desde las orillas. La panga iba a toda velocidad, unos 28 nudos, y cada curva parecía una montaña rusa. Mientras muchos de los pasajeros dormían agotados por el largo viaje, nosotros aprovechamos las fantásticas vistas y el amanecer para hacer fotografías. A las orillas se veían algunas casas y de vez en cuando nos cruzábamos con otras barcas.

Por fin divisamos El Bluff y llegamos al embarcadero donde fuimos asaltados por un grupo de gente que se llevaban nuestras cajas hacia la calle. Quisimos pararlos, pero llevábamos tal cantidad de equipaje que no pudimos. En ese momento el ing. Juan llamó a Mateu para ver si el viaje había ido bien y la Dra. Castro llamó por teléfono a Judit porque no nos encontraban, parece ser que no habíamos llegado al embarcadero habitual.

Después de cargar todas las cajas en la camioneta del MINSA y de conocer a la encantadora Dra. Castro, tuvimos que pagar por el transporte a los asaltadores del puerto, unos 185C$ (pedían 200C$).

Primero transportamos todo el material al HRES, parecía que ya habíamos estado allí de tantas veces que habíamos visto las fotos del año pasado. Entonces, con la misma furgoneta nos acercaron a nuestro alojamiento, una casita muy acojedora y limpia, para que dejáramos las maletas. Nos esperaron en la puerta para ir a almorzar, la Dr. Castro nos invitó al gallo pinto, mmm... y después nos hicieron un tour por toda la ciudad.

Ya después de la mañana tan ajetreada, nos fuimos a nuestra casita a ducharnos, descansar y llamar a casa para explicar toda nuestra experiencia. Pasamos todo el día descansando, sólo nos movimos en taxi para cenar en el restaurante Tía Irene, todo delicioso y con unas vistas a la bahía fantásticas. Después pasamos por una pulpería para comprar algo de desayuno y al llegar a casa caímos agotados en la cama. Teníamos que descansar, nos esperaba un día largo en el HRES.

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