miércoles, 27 de febrero de 2008

Día 5 – Un día de transición

Hoy hemos decidido que sea un día más tranquilo. Si encadenamos dos días como ayer, quizá no volveremos enteros a España. Por la mañana planeamos ajustar el enlace que montamos ayer, por la tarde configurar los dos ordenadores que tienen que llegar hoy, y por la noche hacer las maletas para ir a La Aurora. Finalmente, me voy a animar a ir. El MINSA pone a disposición un barco rápido, que en vez de 8 horas tarda entre 2 y 3, y que es mucho más cómodo, y estará a nuestra disposición. El pero, siempre hay un pero, es que nos toca pagar la gasolina, y estamos hablando de más de 150 €. Ellos asumen que la pagaremos nosotros. Es la cultura de la cooperación. Están tan acostumbrados a las donaciones, que ya las esperan y las asumen como lo más normal.

Vamos a desayunar al centro, al “Paladar Costeño”, donde el desayuno incluye Gallo Pinto (arroz con frijoles), dos huevos fritos, pan, queso (fresco muy salado), y mortadela (o algo que se le parece). Es el único lugar donde tienen jugos. Yo pido de melón, y Joan y Lluc de tamarindo. Mucha agua, mucho azúcar, y poca fruta. Desde la ventana se agolpan los niños a mendigar. Da la impresión que más por aburrimiento que por necesidad, pero nos amargan el desayuno de todas formas. Los más osados intentan entrar a pedir directamente, pero los dueños del local los auyentan, aunque a duras penas. Una señora muy mayor se une a los niños, y el ambiente se hace ya insoportable. Nos vamos.

En la calle vemos una camioneta del MINSA, le preguntamos si van al hospital y nos invitan a subir. Yo subo dentro, y Joan y Lluc en la parte de atrás, junto con unas bolsas de plástico llenas de carne, la comida del hospital, a pleno sol en la parte de atrás de una camioneta.

Al llegar al hospital, todo facilidades, como siempre. Revisamos los parámetros del enlace, comparamos con los teóricos, y parece que aún podríamos ganar un par de dB's (jerga técnica de una medida de potencia). Joan y Lluc suben al tejado, y yo me coloco en dos sillas con el portátil monitorizando la potencia. Tras varias iteraciones conseguimos rascar dos 2 dB's. Luego hay que ir a consultar el e-mail (en la casa hace 24 horas que no funciona), para ver si hemos recibido las claves para pasar los equipos del modo Europeo al modo Americano (FCC) y ganar 3 dB más gracias a la normativa más favorable de este lado del atlántico. Nos conectamos desde los ordenadores del hospital, y nos habían llegado las claves. Actualizamos el equipo del cerro, e inmediatamente vemos la mejoría en la potencia recibida. Comprobamos todos los datos y todo parece correcto.

Llamamos a Francisco para ver si habían llegado las computadoras. Debían haber llegado a las 7:30, luego a las 11, luego a las 3, luego a las 4. Finalmente no llegan hoy, pero la compañía aérea “promete” enviarlas en el primer vuelo de mañana. Primer contratiempo, aunque no muy grave, si realmente llegan mañana.

Vamos a comer al Bar Flotante, y por primera vez vemos la bahía de Bluefields. Es un lugar espectacular, aunque echado a perder por la suciedad humana. Baten el récord de lentitud, más de hora y cuarto para traer la comida, y pasamos el rato en la brisa, viendo pasar las embarcaciones, unas a motor, los más pobres remando durante horas, o con velas hechas con sacos de plástico.

Volvemos a la casa, y se nos ocurre la idea de conectar a La Aurora a Internet. Empezamos a configurar unos routers que traíamos por si acaso y uno que nos da José, y parece que debería ser fácil. Nos vamos rápido al Hospital a poner las ideas en práctica, y nos encontramos con más dificultades de las previstas. A pesar de tener la configuración correcta, no conseguimos conectarnos, tiene que haber algún filtrado que no conocemos, por direcciones MAC, o algo parecido. Tendremos que consultar con los técnicos responsables de la instalación en el Hospital. Luego, durante la cena, Francisco promete ponernos en contacto con ellos.

Son las 6, no hemos hecho mucho, y decidimos llamar a Juan García, que acaba de llegar de Managua. Nos citamos con él en “La Ola”, donde llegan también Francisco y Cecilio, el ayudante de Arnulfo. Cenamos, bebemos, y nos vamos a casa. Mañana salimos para la comunidad de “La Aurora”.

Rafa

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