domingo, 24 de febrero de 2008

Día 2 - Llegando a Bluefields

El jetlag nos despierta a las 4 de la mañana. Joan y Lluc resisten hasta las 6, yo hasta las 8. Empiezo mi ceremonial de la ducha con yeso. Joan y Lluc se estrenan ya con el gallo pinto con crema. Yo pido una bandeja de fruta. Juan García tiene que venir a buscarnos a las 11:30. Hemos de estar en el aeropuerto a las 12:30, y el avión a Bluefields sale una hora más tarde.

Matamos el rato charlando. Nos ponemos a probar el E-con, un programa clave para la configuración de los equipos, y no funciona. No van los drivers. Primer problema. Parece que podremos utilizar Telnet. Ya lo probaremos en Bluefields, pero como no funcione, problema serio.

Salimos hacia el aeropuerto. El taxi ha sido un espectáculo. Frenazos con derrapada incluida. A punto de acabársele la gasolina, hemos llegado a trompicones a una gasolinera, y ha puesto ¡dos litros! No me extraña que fuera justo. Debe ir poniendo cada vez que hace una carrera.

El terminal nacional no tiene nada que ver con la internacional. Son dos mostradores, en los que los empleados estaban comiendo arroz con frijoles mientras iban atendiendo. Nos hacen pesar el equipaje, y luego a nosotros. El avión, un Cesna de 12 plazas, despega 10 minutos antes de la hora (por qué no, si ya estabamos los 10 pasajeros), y se eleva rápido hasta los 9.500 pies. A estribor vemos el lago entre las nubes. Llegando a Bluefields, vemos el cerro Aberdeen, lleno de antenas, un gran protagonista de nuestro proyecto. En una hora y diez aterrizamos. El aeropuerto es una monada, pero la ciudad ya no tanto. Un caos de calles y basura. Nos recibe José Arana, responsable de Desos en Bluefields. Su hermana Aránzazu dirige el hospital local, el Hospital Regional Dr. Ernesto Sequeira Blanco. Creo que el nombre tiene más letras que el hospital camas.

Nos subimos al Montero de José Arana, que nos acerca al hospital para que lo veamos. El teléfono estará situado en urgencias, donde hay siempre alguien las 24 horas. Nos comunica que el proyecto ha despertado una gran expectación. En el hospital vemos una torre de antena magnífica y alta, pero parece que está podrida por falta de mantenimiento. Hay otro mástil, también sin usar, en mejor estado.

José nos acompaña al piso de Desos. Es un piso grande, con una enorme estancia que incluye cocina y despacho. Tiene tres habitaciones con literas y dos baños. Además, tiene Internet inalámbrica. ¡Qué más se puede pedir!

Vamos a comer al restaurante “La dueña”, a sólo 50 metros, pero que con muletas se hacen como 5 km. La música cristiana resuena en todo el restaurante, y un video de rock cristiano preside la sala. Pedimos cerveza pero no es posible, no en el dia del Señor. Nicaragua y Bluefields están plagados de iglesias protestantes. Llegando a la casa hemos visto dos mormones, en su atuendo habitual. No hay pescado, sólo camarones. Pedimos ceviche de camarones, arroz con camarones, y camarones en salsa. Para beber, Gatorade, no había otra. Comemos a gusto, pero nerviosos por ver si podremos configurar los equipos.

Volvemos a la casa con ganas de siesta, pero nos pueden las ganas de despejar las dudas y nos ponemos a inventariar, rotular, e instalar los archivos de configuración. El VIP no responde. Por más que escaneamos la red, no aparece. Probamos Ping, Telent, nada. Finalmente, me doy cuenta que Lluc no lo había enchufado. ¡Lo mato! Finalmente, ¡contacto! Nos ponemos a configurarlo, y todo funciona de maravilla. Hoy ya dormiremos tranquilos. Son las 8:30 y ya es tarde para salir. Viene Pablo, el vigilante que pasa todas las noches en la casa, y acompaña a Lluc y Joan a buscar unas bebidas y galletas a la “pulpería” (colmado). Nos desaconseja salir solos de noche, si acaso en taxi. Vamos a escribir unas notas, y a la cama. Mañana llegan a las 8, y ya deberíamos estar a punto.

Rafa

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