sábado, 23 de febrero de 2008

Día 1 - Llegando a Nicaragua

Esta noche no he podido dormir. He ido dando tumbos hasta las 4 de la mañana, hasta que ha sonado el despertador. Con el pie enyesado tardo mucho más en hacerlo todo. Funda al pie, ducha, vestirse lentamente, coger las muletas, diseñar la estrategia para llevar la maleta en el ascensor, taxi, terminal B.

En el check-in dejo la maleta, y me traen una silla de ruedas. Joan y Lluc llegan al cabo de un rato. Joan es uno de los más antiguos de Telecos Sin Fronteras, y estuvo en el primer viaje a Requena en Perú. Trabajó conmigo, y en seguida pensé en él para este viaje. Lluc es un alumno, aunque es de la misma edad que Joan, y de hecho fueron juntos al insituto en Menorca. En este proyecto está haciendo su Trabajo Fin de Carrera (TFC).

Hemos facturado hasta Managua, aunque en Miami tendremos que pasar la maleta por aduanas. Tenemos todas las tarjetas de embarque. Empieza la experiencia del aeropuerto en silla de ruedas. Todo son facilidades. Hay ascensores al lado de todas las escaleras. La seguridad se pasa sin problemas. Llevamos dos maletas llenas de equipos electrónicos, y cada vez que pasan por seguridad pensamos que nos van a hacer dar muchas explicaciones, pero no. A nadie parece importarle.

Todos los pasajeros van en autobús, pero nosotros vamos en un camión especial para llevar sillas de ruedas. Por suerte hay otra señora en las mismas circunstancias y no nos sentimos tanto el centro de atención. Todo va como una seda. Llegamos a tiempo a Madrid, nos vienen a recoger, y nos llevan a la sala VIP de Iberia del terminal satélite, al que hay que ir en un tren. Allí nos recoge American Airlines y nos lleva a su sala VIP. Siesta de más de una hora, ya toca embarcar.

Protocolos de seguridad. Sí, hemos hecho nosotros las maletas. No, nadie nos ha dado nada. Ya a bordo y sin problemas. 9 horas, dos películas, y dos capítulos del libro más tarde estamos en Miami, a la hora prevista. Como cada vez, la silla de ruedas estaba preparada justo a la salida del avión. Otra vez un tren, nos acompañan por aduanas, nos acompañan a buscar las maletas. Todas llegan, aunque la espera se hace larga. Pasamos aduanas, seguridad, en la que comprueban que en el yeso no haya indicios de explosivos pero que no parecen fijarse en las maletas de electrónica, y al terminal de embarque en Managua. Salimos media hora tarde, el único retraso de todo el viaje.

Al llegar a Managua, otra silla de ruedas. El aeropuerto de Managua es moderno y agradable. Otro control de pasaportes, y la temida aduana. Nervios. Como no nos dejen entrar los equipos, se fastidió el proyecto, o al menos se complica mucho. Hay una cola, al fondo un mostrador, con la luz roja, y la luz verde, pero no parece que se utilicen. A nadie le abren las maletas. Parece que se fija más en mi pie que en el equipaje, nos dan la bienvenida, ¡ya estamos dentro! Primer obstáculo superado, hemos conseguido entrar todos los equipos en Nicaragua. Ahora hay que encontrarse con nuestro contacto local.

Por suerte teníamos el móvil del ingeniero Juan García, que nos tiene que venir a buscar. Le llamamos y nos encontramos en seguida. La verdad, nos esperábamos a alguien de más edad como responsable de comunicaciones del Ministerio de Salud (MINSA). Juan es un ingeniero joven. Nos pide un taxi y nos vamos juntos al “hotelito Kelly”.

El trayecto revela una ciudad desestructurada, con comercios improvisados. Muchos merenderos llamados “cibers”. Una casa de empeños “Empeños Raflá, más dinero y yá”. La recepción del hotel es agradable. Las habitaciones, eso ya es otra cosa. Por suerte, tienen restaurante “abierto 24 horas”. Juan se apunta a cenar con nosotros. Empezamos con 4 “Toñas”. No hubo violencia, es la cerveza local. La carta es muy extensa. Tras mucho pensar, Juan y yo pedimos un Jalapeño, y Joan y Lluc carne asada. Al cabo de mucho rato llega la cena. Los cuatro platos son iguales: carne, arroz, ensalada y plátano frito, pero las salsas son distintas. Ahora entendemos lo extenso de la carta.

La conversación con Juan es amena. Lluc le invita a uno de sus cigarrillos liados, y Juan invita a Lluc a un cigarrillo local. No hay nada como el intercambio de culturas. Juan estudió ingeniería electrónica en Managua.

Probamos el GPS de mi móvil. Funciona. Son las 10 en Managua, las 5 de la mañana en Barcelona. Estamos agotados. Pinchazo de eparina, la peor parte de llevar yeso. Vamos a dormir.

Rafa

1 comentario:

Pu dijo...

MOLTISSIMES FELICITATS!!!

Pau