lunes, 25 de febrero de 2008

Día 3 - Entrando en faena

Hoy esperábamos a José Arana a las 8 en la casa, así que a las 6:30 ya estábamos en pie. Hemos desayunado un "pico de harina" de la pulpería de enfrente, y a esperar. Ha llegado a las 8:45. Algún asunto familiar. Inmediatamente nos hemos puesto en marcha. Hoy hay mucho que hacer. En primer lugar, hay que verificar y recoger los equipos que se habían quedado atascados en la aduana hace año y medio. Luego había que verificar las localizaciones de las antenas en el hospital y en el Cerro Aberdeen, y aún tenía que quedar tiempo para hacer una primera prueba del sistema dentro de la casa. Nos ponemos presión a nosotros mismos, y la trasladamos a nuestros anfitriones.Con José hemos ido en taxi al hospital. En Bluefields la tarifa de taxi es plana: C$10 por persona (unos 35 céntimos). Allí tenía que acudir Francisco, representante del MINSA en la Región Autónoma del Atlántico Sur (RAAS). Mientras llegaba, hemos ido a la bodega (almacén) del hospital, y hemos ido a ver los equipos. Había nervios, pues este fue el problema más serio la última vez. Finalmente estaba todo, menos 4 tornillitos, que es posible que ya no estuvieran en el envío inicial.

Hace año y medio, vinieron a Bluefields 4 cooperantes de Telecos Sense Fronteres. Toni y Albert como parte de su TFC, que diseñaron todo el proyecto desde el punto de vista técnico, y Pau y Neus, que lo coordinaron con Desos y se unieron al equipo. Estuvieron dos meses, pero desgraciadamente los equipos de comunicaciones quedaron encallados en las aduanas durante más de un año, con elecciones incluidas entre medio. Su disgusto fue monumental, y mis intentos por hacerles entender que las placas solares que habían colocado habían tenido un gran impacto sobre la población de La Aurora, no fueron consuelo para su frustración. En cualquier caso, aprendieron bien la lección que hay que esperar a viajar a que la contraparte o las ONG con las que se trabaja tengan todos los papeles y demás asuntos listos. Insistieron mucho en este punto esta vez, y nosotros les hicimos caso.

Luego hemos ido a ver a Aránzazu Arana, hermana de José y directora del hospital, pero no estaba, y nos ha recibido la directora en funciones, la Doctora Alma Rosa Castro. El hospital está dirigido por mujeres. Nos han enseñado el cuartucho donde va a ir nuestro terminal en el hospital. Está dentro de la zona de emergencias, donde hay siempre alguien 24 horas al día. Era un espacio de unos 2 metros cuadrados que usaban como zona de descanso, pero este proyecto, al que ellos han puesto el nombre de "proyecto de telemedicina" tiene prioridad.

Nos han puesto a disposición al jefe de mantenimiento del hospital, Arnulfo, quien nos ha traído una escalera para subir al tejado y decidir la ubicación del mástil de la antena. La estructura del edificio es frágil, hecha de una estructura de vigas de chapa. Justo amarrado a una de estas vigas, usando tornillos "golosos" (con punta de broca y autoroscantes), podremos amarrar el mástil.
Finalmente llega Francisco, del MINSA, llenamos los papeles para retirar los equipos de la bodega, y nos vamos al Cerro Aberdeen. Antes, sin embargo, pasamos a cambiar dinero en el banco, donde tienen una cola especial para discapacitados, que me invitan a usar. Luego pasamos por Enitel (compañía telefónica) para recoger el permiso de entrada a la caseta del cerro, pero parece que está en el centro de salud de Bluefields, de allí al SILAIS (Sistema Local Integral de Salud). Nos íbamos ya cuando aparece por fin el papel. Vuelta a Enitel para que lo verifiquen y avisen al cerro, y nos vamos.

El Cerro Aberdeen está a uno 3 km en línea recta, pero hemos tardado casi media hora de lo que podría calificar un "dantesco ascenso al infierno". Ha sido impactante el nivel de miseria que se aglutina a lo largo de este camino, incluido un vertedero humeante en el que un númeroso grupo de personas compite con cerdos y cuervos para encontrar algunos restos aprovechables. El camino ha puesto a prueba las habilidades del conductor y la resistencia del 4x4 que nos llevaba. Yo iba de copiloto, pero Lluc, Joan, Francisco y Juan iban en la caja de la camioneta, agarrándose como podían. No quiero ni imaginar como debe ser con lluvia. Finalmente llegamos al cerro, donde nos recibe la antena de "Radio Jerusalén", que emite contenido Cristiano 24 horas al día.
Sin embargo, la estructura más grande con diferencia es una enorme torre de comunicaciones de Enitel, llena de antenas, y una caseta grande y bien acondicionada al lado, llena de equipos modernos. En Bluefields hay muy pocas cosas, pero la cobertura de móvil e Internet es excelente. Examinamos el lugar, y Lluc se encarama al primer tramo de la torre. Parece claro donde se pueden colocar los equipos. Habrá que comprar algo de material, y el cable de 30 m parece que será suficiente.

Impactados por lo que acabábamos de ver, volvemos a Bluefields, y volvemos a ver el mismo espectáculo, quizá aumentado puesto que ahora ya, sabiendo los que ibamos a encontrarnos, nos fijábamos más. Llegamos a la casa de Desos a la 1 de la tarde, y cada uno se va a comer a su casa citándonos de nuevo a las 2. De momento, el soporte recibido es excelente, y la diligencia y disposición de la gente que nos acoge inmejorable. "La Dueña" está cerrado, así que un taxi nos lleva al centro, al Mini Hotel. No comemos lo que queremos sinó lo que hay, como casi siempre, y como casi siempre, acompañado de arroz y tostones. La cerveza nos salva de la deshidratación. Llamamos a Juan para que nos recoja en el Mini Hotel, y puntualmente se presenta con Francisco, la furgoneta del MINSA y su chófer. Hay que ir a la ferretería.
Me encanta entrar en las ferreterías. Siempre entro en todas las que encuentro en mis viajes. Pero esta vez, además, tengo que comprar cosas. Compramos:
  • Dos tubos galvanizados de 20 pies y 1" 1/2 de diámetro.
  • 8 grapas para el tubo, con sus correspondientes tornillos "golosos" para fijar el tubo en el hospital.
  • 3 docenas de grapas para cable de clavo de acero.
  • 16 abrazaderas grandes para fijar el tubo a la torre del cerro.
  • Guantes de cuero.
  • Un arnés de seguridad.
  • 1 paquete de bridas UNE.
Luego volvemos a casa. Hay que empezar ya las pruebas. Nos ponemos de inmediato a montar las antenas, a verificar los cables, a configurar los equipos. La puerta de entrada se convierte en la comunidad de la Aurora, el carro del ordenador en el Cerro Aberdeen, y la reja del balcón en el Hospital de Bluefields. Las antenas están listas, los equipos en marcha, y los teléfonos conectados. Juan se debía haber ido ya hace un rato, pero no se quiere perder la primera prueba. Juan, haciéndose pasar por un médico del hospital marca la extensión 103, el número del Cerro Aberdeen, y ¡suena! Alborozo general. Sin embargo, la extensión 102, de La Aurora, sigue en silencio. ¿Qué puede haber fallado? Nos conectamos al equipo de La Aurora y ¡Lluc no había guardado la configuración! ¡Lluuuuuuuuc! La cambiamos, y el timbre suena a victoria. Ya tenemos el equipo configurado. A partir de ahora, el reto es montar y alinear las antenas. Lo celebramos con unas cervezas, y decidimos ir a cenar fuera.

Un taxi nos lleva a "La Ola". Está al lado de la bahía pero no se ve nada de noche. Cenamos mucho y bien (para lo que es esta zona), y volvemos cansados a casa. Nos ponemos a escribir la crónica. Ya estoy acabando cuando un intenso olor de humo, un fuerte crepitar, y un intenso resplandor entran por la ventana. Los indeseables (fumadores de crack, o "piedreros") que cada noche hacen su fuerte en la esquina de enfrente han decidido prender fuego a una montaña de desperdicios que hay al lado de la casa. Las llamas superan el balcón de nuestro segundo piso. Yo llamaría a los bomberos, pero Pablo, el vigilante dice que no es necesario. Al cabo de poco el fuego baja, pero el humo no. Mejor irse a la cama.

Rafa

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