domingo, 9 de marzo de 2008

Día 16 - La Misa Campesina y adiós a Nicaragua

Por la mañana, Juan García nos vino a despedir, y me traía un regalo entrañable: su copia personal de la Misa Campesina, que pone cada domingo por la mañana. Que fuera una copia pirata no le quita el más mínimo valor. La Misa Campesina forma parte de mis experiencias de juventud, y de alguna forma era lo poco que nos unía con Juan antes de conocernos. Tiene gracia que lo escogiera como regalo de despedida.

Ya en el aeropuerto, malas noticias. El vuelo a Miami se retrasa, y nos mandan a Houston, Amsterdam, Madrid y Barcelona. Por lo demás, todo bien, en silla de ruedas por todos los aeropuertos, y finalmente llegamos a Barcelona.

Barcelona es la misma, nosotros ya no.

Rafa

sábado, 8 de marzo de 2008

Día 15 - Quincho Barrilete

Hoy hemos ido al muelle a coger la panga de vuelta a Corn Island. Nos esperan 6 trayectos hasta Barcelona, uno en panga y 5 en avión. Hoy 3, hasta llegar a Managua vía Bluefields. Todo va puntualísimo, y nos plantamos en Managua antes de las 10. Una serie de confusiones hace que tengamos que esperar a Juan García, el ingeniero del Minsa, hasta las 11 y media. En realidad, las 10 y media, hora Nica. ¡A quien se le ocurre ser tan puntual!

Tampoco tenemos hotel en Managua, y las propuestas que nos hacen, sin ser descabelladas (50 a 70 €) nos parece que desentonan totalmente con el resto del viaje, y decidimos apostar por la "experiencia Quintana". La Quintana es un hospedaje en el que acostumbran a pasar las noches en Managua los cooperantes de Desos, y que nos aconsejaron nuestros compañeros del viaje anterior. No está en un lugar muy bueno, pero dicen que es barato. Cuando llegamos, preguntamos el precio, y a penas podemos contener nuestra cara de sorpresa cuando nos dicen 3 € por persona. Bueno, 3 y medio si cada uno quiere su propia habitación. Está más limpio que el hotelito Kelly, aunque el baño es común. El ambiente es muy familiar, y se acuerdan de "Pablo" (Pau) y las chelitas. El lugar es una auténtica experiencia, aunque yo este capítulo de los alojamientos modestos ya lo había cerrado con mis viajes de mochilero, hace ya más de 20 años.

Dejamos nuestras cosas y pedimos a Juan que nos lleve a algún sitio típico a comer. Aquí de nuevo parece que las diferencias culturales hacen su aparición, porque acabamos en el "food court" de un centro comercial, escogiendo entre McDonalds, Burger King o Subways. Pedimos una pizza, y decidimos ir a Masaya por la tarde. Masaya tiene fama de un lugar interesante, y está a sólo 30 km de Managua.

Entre los taxis del centro comercial, negociamos con uno. Por 15 € nos lleva, nos espera y nos trae. Además, incluido en el precio entró una lección de historia en primera persona. Guerrillero del FSLN desde los 16 años y ahora firme defensor de la paz y de Daniel Ortega, nos contó numerosos episodios de la historia de Nicaragua.

En Masaya fuimos al mercado antiguo, un mercado de artesanías turístico pero muy agradable, donde varios grupos de música tradicional tocaban la marimba, mientras algunos talluditos, hartos de cerveza, intentaban bailar las danzas típicas. Nosotros contribuimos a la causa con un par de cervezas antes de volver. En el mercado, Juan me regaló una guayabera azul muy elegante, y decidí estrenarla el mismo día, en el concierto de Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina, en la "Casa de los Mejía Godoy".

Los Mejía Godoy son tres hermanos, Carlos, el más famoso, Luis Enrique, cantautor, y otro que pinta, muy bien por cierto, por lo que vi en los cuadros expuestos en la casa. Es un restaurante concierto. Pedimos comida típica nicaragüense, incluido "vigorón" (yuca hervida y corteza de cerdo frita). Cuando vi entrar a Carlos Mejía Godoy por la puerta me invadió una ola de nostalgia. Sólo pensar en Quincho Barrilete, Son tus perjúmenes mujer, El Cristo de Palacagüina, la Misa Campesina, o Maria de los Guardias, me trasladé directamente a mi infancia, a la OTI, y a los primeros años de mi adolescencia, durante la revolución del FSLN.

No se me ocurre una mejor forma de despedirnos de Nicaragua que con este concierto. "Nicaragua Nicaragüita", "Yo te amo Nicaragua", y la inédita "La loma de Bluefields", fueron los himnos de despedida con que este maravilloso país nos despedía.

Rafa

viernes, 7 de marzo de 2008

Día 14 - El día de la Iguana

Hoy hemos desayunado en nuestro hotel, porque es de los pocos sitios en Nicaragua que nos han ofrecido café, y eso tira mucho, pero luego hemos decidido pasar el resto del día en el hotel La Iguana. He tenido que caminar un ratito con muletas. Unos 500 metros bordeando el mar, y luego como un kilómetro por un camino que cruza la isla hasta el otro lado, más salvaje y menos desarrollado. Llena de cocoteros, la playa del hotel La Iguana, o playa de Carlos, como indica un signo, es muy agradable, y llena de hamacas. Nos hemos tumbado a la bartola hasta que nos ha venido hambre. Joan y Lluc se han metido por unos caminos y no sé muy bien de donde han venido con 3 pescados, gallo pinto con coco, tostones y ensalada. Nos lo hemos comido en la playa, y más rato a la bartola.

Luego hemos ido a cenar al restaurante de La Iguana. Es una terracita, menú fijo, y mesas comunes. Hemos compartido la cena con un joyero de Seattle, que estaba solo porque su novia se había ido a conocer a una sobrina recién nacida. La conversación ha sido amena, pero mañana la panga sale a las 7, y hay que madrugar. Hemos vuelto deshaciendo el camino, sólo que de noche era mucho más interesante, y las estrellas parecía que se iban a caer del cielo.

Rafa

jueves, 6 de marzo de 2008

Día 13 - Little Corn Island

Nos levantamos muy temprano, cogemos el taxi, ya de forma automática, y nos dirigimos al aeropuerto. Teníamos curiosidad por saber si aquel proceso surrealista había acabado o no en una reserva, y sí, allí estaban nuestros nombres. Pagamos los billetes, nos vuelven a pesar, y tras una breve espera, puntualísimos salimos a Corn Island en una avioneta como de 30 plazas, más del doble que la que nos trajo a Bluefields desde Managua.

Ya desde el avión se ven unas playas la mar de apetecibles. Estamos llegando totalmente a la aventura, sin mapas, ni guías, ni hotel, ni nada. He visto unos suizos en el aeropuerto, y ya les preguntaremos cuando lleguemos, estos siempre van muy informados. Al llegar, charlamos un ratito con un taxista, que nos informa que la panga para la isla pequeña sale a las 10, y son sólo las 8, así que así, en caliente decidimos irnos a la otra isla. Ya que estamos aquí, pues hasta el final.

En Corn Island, parece mucho más dominado por los criollos, todos negros y hablando inglés, o algo que se le parece. Decidimos desayunar en el comedor del muelle. En la mesa común hay dos chicas criollas espectaculares comiendo algo que no reconocemos. Les preguntamos, y nos dicen que son tacos. !Tacos para todos¡ Si ellas los comen y están como están, tiene que sentar bien. Con el jugo de tamarindo están buenísimos. Todo el mundo habla criollo. La hija le dice a su madre, dueña del bar, "white man don't pay", refiriéndose a nosotros, y creyendo que no la entendíamos. Pescamos la indirecta, y pagamos. Muy barato.

Esperamos un ratito en el muelle y puntualísima, la panga carga su pasaje y sale pitando hacia Little Corn Island. Curiosamente, una panga mediana lleva 2 motores de 200 HP cada uno. Mmmm...... ¿No hará pluriempleo por las noches? Ahora se entiende algo mejor la disputa entre Nicaragua y Colombia por el control de los mares territoriales entre los dos. Tiene que haber traficantes de todo. Con semejante potencia, llegamos en 20 minutos a little Corn Island. Para ser un sitio tan remoto, tiene muelle, electricidad, agua corriente y hasta cibercafés. Lo que hace el turismo. No hay muchos hoteles, y nos vienen a buscar al muelle intentándonos llevar a éste o al otro, pero nos los sacamos de encima, nos sentamos cerca del mar, y de momento unas Toñas para todos, que estamos de vacaciones.

Pasamos un rato descansando, y luego Joan y Lluc se van a explorar la isla para decidir donde alojarnos. Tardan menos de hora y media en dar la vuelta a toda la isla. Nos habían hablado del alojamiento de una catalana y un americano, "Derek's place", pero resulta ser una especie de comuna hippy. Finalmente decidimos quedarnos en Los Delfines, uno de los lugares de más lujo de la isla. Aunque es modesto tiene aire acondicionado y los precios en dólares. La Iguana es un lugar mejor situado, y más agradable, pero más incómodo para mi porque son cabañas y es más inaccesible.

Comemos langosta, siesta, vemos la puesta de sol, cenamos langosta, cervezas. La langosta vale 5 Euros ("casi como en Fornells" ironizan mis compañeros menorquines). Presos del remordimiento nos ponemos a seleccionar las fotos, y conseguimos seleccionar unas 130 de las más de 1.600 que tenemos, que ilustran nuestro proyecto. Luego seleccionamos otras 140 por su "valor artístico". Al menos hemos hecho algo productivo antes de ir a la cama.

Rafa

miércoles, 5 de marzo de 2008

Día 12 – La despedida de Bluefields

Esta mañana a las 8 empezamos la capacitación. Durante una hora les doy detalles y más detalles técnicos sobre el sistema. Tenemos que traspasarles la información para que puedan mantener ellos el sistema. No pretendo que lo memoricen todo, pero sí prepararlos para que entiendan los manuales técnicos que les proporcionaremos. En general parece que la información es bien recibida.

Luego llama Don Leónidas, que nos dice que la placa solar está muy baja, y que el ordenador no se puede arrancar, y van a buscar un generador (planta). De nuevo se demuestra el gran acierto de haber incluido un teléfono IP, de bajo consumo, como alternativa al ordenador. Finalmente, todo en orden y empezamos las prácticas. Uno por uno van pasando por los 7 ejercicios que hemos preparado, y a las 11 terminamos. Les invitamos a todos al evento de despedida en La Loma, y damos el proyecto por cerrado, por lo que respecta a Joan y a mí. Lluc tiene que hacer más formación, hacer un seguimiento del proyecto, y escribir la documentación.

Nos invitan a comer en el hospital, pero como hay un grupo numeroso de cooperantes de EE.UU., acabamos comiendo en la biblioteca, y charlando animadamente con la Dra. Castro. Nos comenta su visión de la siguiente fase, que incluye el cableado del hospital, la creación de una red con servidor para establecer procesos basados en la comunicación electrónica, y la comunicación con otras comunidades aisladas, con altos índices de mortalidad de madres y niños. Luego vamos a casa, charlamos por Skype con nuestras respectivas familias, y nos vamos a comprar unos souvenirs. La elección es muy, muy limitada, pero algo encontramos. Luego nos vamos para La Loma para la fiesta de despedida. Poco a poco va llegando gente. Al principio parece que vamos a ser muy pocos, pero finalmente van llegando, hora Nica, hasta ser prácticamente los 20 que habíamos previsto. Comemos, bebemos, charlamos, escuchamos música latina con unos videos proyectados en una pantalla enorme, nos despedimos, y a las 10:30 nos volvemos a casa. Mañana, a Corn Island.

RafaPublicar entrada

martes, 4 de marzo de 2008

Día 11 – Internet llega al Kukra River

Esta mañana nos hemos levantado algo más tarde, y hemos ido al banco a cambiar. He vuelto a usar la cola especial para discapacitados, y nos hemos ahorrado una media hora. A la salida queríamos ir al aeropuerto a reservar el billete de vuelta a Managua, y un viaje a Corn Island, pero nos hemos encontrado a Ernesto, que nos ha recomendado ir a la oficina principal de La Costeña, junto enfrente del Banco. Hemos pensado que allí podríamos cerrar todos los temas. Ilusos.

Al entrar en la oficina, daba más la impresión de una casa particular o una cafetería que las oficinas de una línea aerea. La chica en la ventanilla, criolla, nos informa que hay 4 vuelos a Managua el sábado. Decidimos reservar el penúltimo, a las 10 de la mañana. Luego nos informa que hay dos vuelos a Corn Island, a las 7 y a las 8. Le preguntamos qué vuelos hay de vuelta, y nos dice que no lo sabe. No sabemos si lo hemos entendido bien, y le volvemos a preguntar, no lo sabe, a pesar de que es la oficina principal de la línea aérea. Nos ofrece llamar al aeropuerto para averiguarlo. Luego, nos damos cuenta que en la parte de atrás del billete de Managua a Bluefields vienen todos los horarios. La chica no sólo no es capaz de mirar los horarios en un folleto, sino que los que en teoría sabía nos los dice sólo aproximadamente bien. El vuelo de las 7 en realidad es a las 7:40. Queremos reservar y nos hace apuntar los nombres en un papel, y llama por teléfono al aeropuerto. Ni un ordenador, ni sistema de reservas, ni confirmación por escrito. Nada. Además, a mitad de la conversación con el aeropuerto, nos mira y dice una de las frases memorables del viaje: “Este sábado cae en martes”. Incapaces de comprender la profundidad Borgiana de esta frase, nos quedamos atónitos, y ella sigue a lo suyo. Cuando le pedimos algún resguardo de la reserva dice: “Quédense tranquilos, ya está todo reservado”. Tranquilos no es exactamente la palabra que describe nuestro estado de ánimo, pero decidimos aceptar la situación como parte de la idiosincracia del lugar. Veremos si hemos hecho bien.

Luego, Ernesto nos acompaña a un comedor popular. A diferencia de los restaurantes a los que hemos estado yendo, estos comedores populares tienen 3 o 4 platos, tienen jugos “fresco natural”, y valen la mitad. Vendremos luego.

Vamos al hospital dispuesto a poner una conexión de Internet. La configuración es simple, sólo hay que poner un router entre la red privada que hemos instalado y el hospital, que hace las veces de servidor de Internet. La programación del router es trivial, sólo hay que configurar la parte WAN para que se conecte a la red del hospital, y la parte LAN para que sea la pasarela de nuestra subred. Ahora sólo hay que tender el cable hasta el switch más próximo, pero el problema es que la última vez que intentamos conectarnos, no funcionó. Una breve conversación con la Dra. Castro, que resulta saber mucho de redes además de medicina, revela el problema: el switch principal del hospital está fundido, y la solicitud de compra de uno nuevo a Managua lleva meses. Y nosotros elucubrando si sería un filtrado por direcciones MAC. Decidimos cortar por lo sano, y Lluch va a Tech House a comprar un nuevo switch, que le cuesta 30 €. En cuanto lo ponemos, devolvemos la conexión al 90% de las máquinas del hospital, que llevaban semanas o meses sin red ni Internet. Nos convertimos en un poco héroes para la Dra. Castro. Dado que Cecilio se ha ido a comer y hasta la 1:30 no viene y no hay escalera, nos vamos al comedor popular.

Después de comer, nos hacemos preparar una taza de café Toro que hemos traído de casa para vencer la modorra, volvemos al hospital y empezamos a tender el cable, que requiere 40 m, que conseguimos empalmando uno nuestro de 30 y uno que nos da la Dra. Castro de 10 (ahora hace lo que sea por nosotros). Todos los cables del hospital están tirados por encima de los tejados y colgando por el aire de ventana a ventana, pero nosotros nos negamos a hacer estas chapuzas y nos empeñamos en pasarlo por el falso techo, a pesar de la resistencia de Cecilio. Levantamos tapas del falso techo y Lluc se encarama de nuevo al reducido espacio que queda entre la chapa del tejado y las vigas del techo. En un momento dado, tiene que reptar por debajo de una viga, con poco más de 30 cm de paso. Con una linterna vamos iluminando los puntos por los que tiene que pasar el cable para que los identifique desde dentro. Juan García se añade a la aventura y también se mete en el falso techo. Lluc y Juan acaban llenos de polvo y telarañas, pero el cable está pasado profesionalmente. La Aurora ya tiene Internet, y Ernesto se añade a nuestro club de fans incondicionales.

Mientras estamos haciendo las pruebas, conocemos al Dr. Salud Silva, el que asistió a Ernesto en el caso del niño sietemesino, usando el recién instalado teléfono. También pedimos a Ernesto que nos saque fotos del niño, porque está en neonatos y no podemos entrar.

Mañana toca capacitación. Hay que hacer una presentación técnica a los responsables más preparados del hospital, y luego hacerles las prácticas de usuario. Vamos al auditorio, y hacemos algunos ajustes en la configuración de red para poder organizar la videoconferencia en el propio auditorio, proyectando la imagen de La Aurora en la pantalla grande. Todo funciona bien, y nos vamos a casa a preparar la presentación. Nos ponemos a trabajar un rato, y luego vamos a cenar a La Loma. Allí pactamos con el dueño una celebración para unas 20 personas para mañana miércoles, que cuesta menos de 5 € por persona, con cena y bebida incluídas. Queremos hacer un evento de cierre de proyecto y para despedirnos de todo el mundo. Luego seguimos trabajando y no acabamos hasta la 1, pero nos queda una presentación a la altura del resto del proyecto.

Rafa

lunes, 3 de marzo de 2008

Día 10 – La experiencia “panga”

Hoy salimos con la panga del Chino. Dicen que es la más rápida, y que suele llegar a las 11, es decir, 5 horas después de salir, a las 6 de la mañana. He dormido intranquilo porque no me imaginaba muy bien como iba a bajar el lodazal hasta la panga, pero no ha resultado tan difícil, y a las 5 y media ya estábamos con el equipaje a punto de embarcar. No hay mucha gente, nos colocan el equipaje en un compartimento cerrado, ya las 6 en punto zarpamos. La panga es cómoda, más o menos como la del MINSA, pero con un motor de 40 caballos. Con nosotros vienen Lorna y las chelitas. Las chelitas llevaban un pollo pequeño joven atado por una pata, que se les iba cagando todo el rato sobre sus equipajes. Bromeaban que iba a ser un gallo de pelea.

Todo va como una seda hasta que al cabo de 20 minutos nos cruzamos con la panga del Tigre, que está ayudando a otra que tiene el motor averiado. Paramos y esperamos un rato, hasta que consiguen repararla y volvemos a salir. Parece que sólo ha sido un susto, y nos alejamos de la panga del Tigre, que llevaba 3 cerdos adultos a punto de matar, que desprendían un olor ediondo. Si el Chino llega a llevar esos cerdos en su panga, me tengo que bajar. Prefiero ir nadando. Sin embargo, al cabo de poco, regresamos. Parece que la reparación no ha sido efectiva, y empiezan los problemas. Todo el pasaje y la carga de la panga averiada pasa a la nuestra, con lo que al cabo de un rato, y de recoger más pasaje, vamos con la borda casi en el agua y con el motor a penas pudiendo con el peso. La panga lleva más de 40 personas, sacos de frijoles, de elote (maíz), todo tipo de bultos, quilos y quilos de queso rezumando suero por todos lados, y el sol pegando fuerte. Cuando se iba el sol, venía la lluvia. El pasaje por la bahía se hizo interminable, con los rociones mojando justo a los de nuestra fila. Al cabo de 7 horas, a la 1 de la tarde, poníamos el pie en el suelo.

La llegada a Bluefields es caótica. La Panga llega a un muelle minúsculo, atestado de gente que ha venido a comprar las mercancías que traen de las comunidades. En un espacio de menos de 30 metros cuadrados se descargan maletas, negocian compras de frijoles, se venden cuajadas al detalle, se cobra el pasaje y yo intento que no me machaque el pie defendiéndome con mis muletas. Por fin salen nuestros equipajes, que habían quedado sepultados bajos cientos de quilos de frijoles y maíz, y nos vamos a casa en taxi.

Llamamos a casa, porque hacía 3 días que no sabían nada de nosotros, y llamamos a Juan García. Quedamos para que nos pasen a buscar por la Ola a las 3 para ir al cerro a apuntar mejor las antenas. Comemos tranquilos y frescos, y a la hora convenida, más o menos, nos vienen a buscar. Pasamos por el hospital a buscar herramientas y comprobar que el equipo de la Aurora está en marcha, y subimos al cerro. Uno se acostumbra a todo, y el viaje que nos impacto tanto la primera vez ya no nos parece tan horroroso. Esta capacidad de adaptación, que debe ser necesaria para la supervivencia, a veces me entristece, porque nos quita la motivación para reaccionar ante las cosas.

En el cerro hay más trabajo del que preveíamos. Para apuntar las antenas, hay que moverlas de sitio porque uno de los hierros de la torre limitaba sus movimientos. Estamos desde las 3 y media hasta las 6, y Joan y Lluc están encaramados a 10 metros de altura prácticamente todo el rato. Mejoramos 7 dB la comunicación, lo que en la práctica significa que la velocidad del enlace puede mejorar de 1 a 5.5 mbps. El enlace con el hospital no mejora, de hecho empeora, seguramente por la nueva posición de la antena, pero como sigue estando mucho mejor que el otro enlace, lo damos por bueno.

Nos llevan a la casa. Llamo a Gloria Mangas, la abogada que había luchado tanto por este proyecto cuando TSF estuvo aquí hace año y medio, pero que ahora está desvinculada de Desos. Se lleva una gran alegría cuando le digo que el proyecto finalmente se ha podido llevar a cabo. Ella es ahora directora en la RAAS del Instituto de Desarrollo Rural (IDR), y nos invita a establecer una colaboración. Está ahora en Managua, y quedamos en vernos el miércoles por la tarde, cuando tenemos planeado hacer una pequeña celebración de fin de proyecto.

Nos llama Ernesto, el doctor de la Aurora. Está en Bluefields. Resulta que la emergencia era una embarazada de 7 meses, que llegó sangrando a la consulta, después de caminar 3 horas desde su comunidad. Estaba dilatada de 3 cm, y el feto tenía taquicardia (Ernesto tiene un aparato Doppler para este diagnóstico). Este fue el primer caso para nuestro proyecto. Ernesto inmediatament llamó por teléfono al hospital, y se puso en contacto con el doctor Salud Silva, un médico con más experiencia que también había hecho su servicio social en La Aurora. El doctor Silva le indicó a Ernesto qué le tenía que administrar a la madre, y quedaron de acuerdo en trasladarla urgentemente al hospital. Las embarazadas tienen el combustible pagado. En el hospital le pudieron inyectar 3 dosis de corticoides para acelerar el desarrollo de los pulmones antes de que la madre diera finalmente a luz a un bebé de 1,6 Kg, con grandes posibilidades de sobrevivir.

No podíamos haber pedido un caso mejor para inaugurar nuestro proyecto. Imaginamos como debía ser antes, con Ernesto teniendo que tomar él solo las decisiones, apenas un año después de acabar la carrera, y sin tener aún la especialidad. La posibilidad de consultar con un especialista con experiencia parece lo mínimo que se le debe condecer a un médico en la situación de Ernesto. Ni que decir tiene que nos sentimos muy orgullosos de nuestro trabajo, y completamente convencidos de su utilidad. No arreglaremos el mundo, pero sí ayudamos mucho a unas pocas personas. En la perspectiva global, nuestro proyecto es insignificante, pero para esta madre, que además era primeriza, puede haber significado la diferencia entre un hijo sano o un aborto a bordo de una panga. Mucho más no podemos pedir.

Quedamos para cenar con Ernesto. Viene a la casa, y vamos al Luna's Ranch, que él nos recomienda. Como todos los restaurantes a los que vamos, está prácticamente vacío. En este restaurante, lleno de fotos antiguas de Bluefields, tienen pescado. A pesar de estar en una bahía, a penas hay pescado en Bluefields. Pedimos dos pargos y una langosta al ajillo. Nunca habíamos pedido langosta porque el precio nos parecía tan barato, que pensábamos que había gato encerrado. Ernesto nos animó, y resultó que era una langosta normal, que efectivamente es sorprendentemente barata. El lugar nos encanta, pero nos estamos quedando sin noches para repetir.

Después de cenar, llegamos a casa, y conseguimos conectarnos a Internet usando la conexión inalámbrica de un vecino de abajo. Nos ponemos al día del correo electrónico, subo las crónicas a blogspot, y a la cama.

Rafa

domingo, 2 de marzo de 2008

Día 9 – Capacitando a Conchito

Esta mañana nos hemos levantado temprano, y nos hemos ido a desayunar a casa de Diego y Lucía Martínez. Lucía es la señora que nos ha estado preparando las comidas todos los días, pero hasta ahora nos lo llevaba al puesto de salud ya servido en platos dentro de una palangana, tapado con un trapo. Hoy hemos ido a su casa, y hemos visto como lo preparaba.

El comedor-cocina es una estancia grande, con el suelo de tierra, por el que un grupo de pollitos van locos recogiendo cualquier migaja que se le cae a doña Lucía, muy a menudo a propósito. El suelo está impecable, por supuesto. Un gato se los mira detenidamente pero está bien adiestrado. Uno de los pollitos es cojo. Parece que un chancho le pisó la pata. Va arrastrándo la pata rota mientras con la otra se da fuertes impulsos. Me recuerda a mí con el yeso, pobre pollito.

La cocina es de leña, el agua de un balde, y el desague la arcilla del suelo, que absorbe rápidamente el agua de lavar los platos. Doña Lucía nos prepara una tortillas de maíz, que fríe sobre una plancha especial sobre le fuego de leña, luego un revuelto de huevos con tomate y cebolla, acompañado del omnipresente gallo pinto (frijoles con arroz). Un trozo de cuajada (algo a medio camino entre el queso fresco y el requesón) y una taza de café completan el desayuno. Hablamos con doña Lucía y con su marido Diego. Tienen dos hijos, aunque nos cuentan que lo más normal es tener 10 o 12 hijos (vivos, nacidos algunos más).

A las 10 hemos quedado con Conchito para su formación especial. El llega 10 minutos antes, se nota que tiene muchas ganas de aprender. Como Joan trabajó dos veranos formando a jubilados en el uso de los ordenadores, decidimos que sea él el que se encargue, Lluc observe para cuando le toque a él, y yo salgo de la sala para intimidarle menos. Me quedo fuera en la hamaca escuchando. Joan tiene mucha paciencia y es muy metódico, se nota que tiene muchas horas de práctica, y Conchito pone mucho interés. Como resultado va avanzando, desde el uso del ratón, el teclado, las ventanas de Windows, dobles clicks, arrastrar iconos, incluso abrir un documento de texto. El éxito es tal, que deciden pasar a las prácticas de comunicación. Conchito pasa bien las prácticas de videoconferencia y chat. Ojalá todos los alumnos que tenemos tuvieran la actitud e interés de Conchito.

A todo esto se presenta un chico joven, rodeado de sus familiares, con un pañuelo cubriéndole el ojo. Parece que un borracho le había dado un golpe con un palo, y la policía le había mandado para que Ernesto hiciera un dictamen forense. Ernesto reclama un oficio por escrito de la policía, sino dice que se limitará a reconocerle el ojo pero no emitirá dictamen. Otra cosa no habrá en Nicaragua, pero papeleo sobra.

Nos ponemos a apuntar la antena para intentar rascar algún decibelio de potencia. Observo que en un canal se recibe más potencia que en el otro, y decido cambiar de canal en uno de los sentidos de la comunicación. Error. Al cambiar el canal a la vez que se estaba moviendo la antena, se activó el modo de rearranque del equipo VIP cuando pierde la conexión con uno de los enlaces, y este rearranque estaba configurado para 15 minutos. La secuencia real de eventos no fue exactamente esta, primero, pérdida de conexión, luego pánico, luego contar hasta diez, luego reflexionar qué podía haber pasado, luego elaborar la hipótesis del rearranque (Single Node Reboot), luego espera impaciente de 15 minutos, y finalmente, cuando se volvió a establecer la conexión, suspiro de alivio, y promesa de no volver a tocar lo que esté funcionando.

Doña Lucía nos trae la comida, que no describo por no ser reiterativo, y con Ernesto decidimos ir a ver el partido de baseball. Jugaba La Aurora contra otro equipo. La caminata hasta el campo es larga. El estadio está bien, con unas buenas gradas cerca del diamante. De hecho es lo más profesionalmente construido que hay en La Aurora. En el mismo campo también hay porterías de fútbol. Vemos unas cuantas entradas, cuando un niño viene corriendo a buscar al doctor. Ernesto sale corriendo y no volvemos a saber de él en todo el día.

Nos aburrimos del baseball y decidimos ir a ver la alcaldía, donde están las chelitas, y donde se alojaron Toni, Albert, Pau y Neus cuando estuvieron por aquí. Llegamos y estaban la chelitas, Leónidas y Lorna comiendo macarrones con pescado, a las 3 de la tarde. Les habían contagiado el horario español, porque en Nicaragua comemos entre las 12 y la 1. Estamos un rato en la alcaldía, y Lluc insiste en que se quiere ir a bañar al río. Yo les acompaño, sin bañarme, claro. La caminata es larga, y pasa por el proyecto que Desos está construyendo de un trillo para descascarillar arroz. Lluc y Joan se bañan, y volvemos a la casa donde nos alojamos. Estoy molido y lleno de sudor. Pido a Joan que me lleve un balde de agua y una silla de plástico a la ducha. Sentado, enjabonándome, echándome agua con el balde, y afeitándome, me doy una de las mejores duchas de mi vida. Luego Joan y Lluc se van a jugar a basquet con Alexander, hijo de Diego y Lucía, y yo me hecho una siesta memorable en la hamaca.

Luego vamos a cenar otra vez a la casa de los Martínez. Esta vez, por primera vez, no hay pollo, hay huevos fritos. El resto igual. Nos da limonada para beber. Cenamos con velas, y doña Lucía lo va preparando todo con su linterna de pilas. Le pedimos que nos prepare un poco de desayuno para el viaje del día siguiente, y nos pone unas tortillas de maíz y un trozo de cuajada en una bolsa. A la hora de pagar, nos damos cuenta que mi cartera y mi mochila se han quedado cerradas en el centro de salud. Lluc y Alexander van a buscar a Ernesto. Cuando vuelven, cuentan que les ha abierto la enfermera, porque Ernesto ha tenido que salir con una emergencia al hospital de Bluefields. Nos vamos a la cama.

Rafa

sábado, 1 de marzo de 2008

Día 8 – Don Leónidas

Hoy ha sido un día tranquilo, como cabía esperar después de la actividad frenética de ayer. Nos hemos levantado a las 6:30, después de resistir durante más de una hora los cantos de los gallos. Nos hemos lavado como gatos en los depósitos de agua que se llenan con el agua de lluvia que cae del tejado del centro de salud, y hemos desayunado un “polvorón” con leche malteada que nos ha dado Juan García.

Hacia las 8 nos ponemos a reparar el cable. Resulta que al poner cinta aislante, la pestaña del conector UTP había quedado apretada, y a la más mínima tensión se había salido del conector de empalme. Esto nos enseña una lección: el proyecto más sofisticado puede irse al garete por el detalle más nimio. Todo el enlace caído por una simple pestañita de plástico. Una vez reparado, he estado un rato comprobando la conexión, para preparar la sesión de formación de las 10 de la mañana. Asistirán el doctor Ernesto Ulloa, don Leónidas y Lorna, de Desos, y Conchito (Concepción), un miembro del equipo. Haremos una sesión teórica de media hora, y hemos quedado con José Arana para que nos haga de “sparring” de la conexión a las 10:30.

Joan y Lluc se han ido a dar una vuelta con don Leónidas, y han llegado todos un poco tarde, pero como a las 10:20 nos sentamos alrededor de una mesa, y empiezo a explicarles como está diseñado el sistema. Uso folio y bolígrafo a modo de pizarra. El objetivo es que entiendan como debe estar todo conectado, y los diferentes tipos de cable, por si algún día hay que reconectarlo o repararlo en nuestra ausencia. Parece que lo captan bien. Luego hemos pasado a hacer la sesión práctica. Hemos diseñado la siguiente secuencia de prácticas:

  1. Llamar por teléfono al Hospital de Bluefields y recibir una llamada del mismo.

  2. Establecer una videoconferencia con Netmeeting.

  3. Mantener un chat de texto con Netmeeting.

  4. Enviar y recibir un archivo con Netmeeting.

  5. Compartir un dibujo en la pizarra (whiteboard) de Netmeeting.

  6. Compartir una ventana de aplicación con Netmeeting.

  7. Transferir y recibir archivos a través de la carpeta compartida.

Justo cuando nos hemos puesto a hacer las prácticas, no iba el teléfono. Nos conectamos al VIP local pero no funciona el enlace con el cerro. ¡Pánico! ¿Nos hemos precipitado con las celebraciones? El desastre es tan completo que no lo podemos atribuir a un fallo del sistema. Debe ser que el cerro se ha quedado sin luz. El otro día técnicos de Enitel estaban utilizando nuestra regleta. Empezamos a imaginar escenarios de todo tipo, pero llegamos a la conclusión de que debe ser que el cerro no tiene electricidad, a pesar de que nos habían asegurado que tenían una planta generadora. Quedamos que reanudaremos las prácticas más adelante, cuando el sistema vuelva a funcionar, y don Leónidas y Lorna se van.

Aprovechamos el rato para que Ernesto me refuerce el yeso, utiliza un rollo y medio, que es un bien preciadísimo ya que como el centro de salud no es hospitalario, le dan el yeso con cuentagotas y como una excepción. Se lo agradezco enormemente porque la verdad es que la suela estaba quedándose debilitada. No es que ande mucho, pero los trayectos por La Aurora son accidentados, por colinas y prados. Además, ya venía un poco débil de Bluefields.

Justo unos minutos después suena el teléfono. Era José Arana, que nos cuenta que Bluefields se había quedado sin luz, ¡incluido el hospital. Estan colocando fibra óptica en la ciudad, y Enitel parece no tener escrúpulos a la hora de conectar y desconectar las líneas de teléfono y electricidad. Empezamos la capacitación con Ernesto, que pasa las siete pruebas en un periquete, y se muestra encantado con el sistema. Insiste en probar si sus trabajos de investigación, la mayoría en formato Word y Powerpoint, se transmiten bien. Escoge un archivo de 22M que tarda un poco pero llega sin problemas. El sonido de la videoconferencia tiene un poco de eco, pero todo lo demás funciona a la perfección, y eso que el nivel de potencia nos ha obligado a bajar la velocidad de conexión de 11 a 2 mbps.

Justo cuando estaba acabando la práctica número 7, llega un aviso de emergencia. Un grupo de 20 hombres de la comunidad “Nueva Rubén Darío” traen a un chico de 14 años en camilla. Cayó de un árbol de cabeza y no oye ni habla. Se les ve muy preocupados. Han salido esta mañana a las 7, y ahora son las 12:40. Casi seis horas atravesando cerros y ríos, en turnos de dos llevando al chico para que lo vea Ernesto. El incidente nos impacta tremendamente, y a la vez nos muestra de la forma más cruda posible la importancia que tiene este centro de salud y su médico para toda esta población. No podemos entender como podían estar conectados sólo con una radio, que ni siquiera conecta con la sala de emergencia. Ahora entendemos la alegría de Ernesto por tener un teléfono directo y un sistema de videoconferencia con las emergencias del hospital.

Nos ponemos a comer el pollo frito con arroz, frijoles y chile cabro que nos han traído, un poco apesadumbrados por la situación. Pero al final sale Ernesto y nos cuenta que el chico está bien, y que todo es consecuencia del shock de la caída. Lo ha sedado y dice que mañana estará bien. Nos alegramos mucho, porque no teníamos ganas de vivir un drama. Ernesto nos cuenta que al principio siempre que llegaban en camilla asumía que era algo muy grave, y se ponía nervioso, pero que ha visto que a menudo lo que asusta mucho a los familiares acaba siendo algo poco importante. Por otro lado, nos cuenta el caso de una señora mayor que llegó pensando que tenía hongos en el pie, y acabó en el hospital con el pie amputado por gangrena. Cuando Ernesto tiene una emergencia la refiere al hospital. Tienen una panga con un motor de 85 caballos que consume 15 galones en cada trayecto (unos 80 dólares, una verdadera fortuna por esta zona). El MINSA sólo paga el combustible cuando son embarazadas con complicaciones, o niños menores de 5 años en estado grave, y eso aún porque está financiado por Suecia. En el resto de casos, aunque sea una apendicitis, es el paciente el que tiene que pagar el combustible, aunque la atención médica sea gratuita. En la mayoría de los casos, la familia tiene que recurrir a una colecta o a endeudarse seriamente para conseguir los 80 dólares del trayecto de ida. Se entiende que la vuelta la hacen en panga normal (70 córdobas, 2,5 €).

Luego han vuelto don Leónidas, Lorna y Conchito a la capacitación. Primero se ha puesto los auriculares don Leónidas, y Lorna se ha colocado a su lado. Han pasado las siete prácticas con bastante éxito. Al final hemos hecho broma, simulando una pequeña ceremonia de graduación y tarareando “Pomp and circumstance”. Luego le tocaba a Conchito, pero se ha puesto muy nervioso. Aparentemente no ha utilizado nunca un ordenador, y era una locura hacerle pasar por las prácticas. Hemos quedado en hacer mañana una sesión previa de uso básico del ordenador, y luego una sesión adaptada con las prácticas más simples. No tenía sentido hacerle pasar un mal rato al pobre hombre. Para que no quedara como que no había hecho nada, hemos hecho la práctica del teléfono. Ha llamado y recibido una llamada del hospital, y ha quedado muy contento.

Luego, don Leónidas ha ido a buscar a Miguel, representante de Acción Médica, para que nos abra la casa de su ONG para que durmamos nosotros. Es una casa bien equipada que tienen cerrada, porque parece que ahora han reducido sus actividades en La Aurora. Detrás de la casa hay una letrina muy bien acondicionada, un pozo, y una ducha, que no es más que un recinto cerrado con tamaño de ducha, sin grifo ni desague. Se lleva un cubo de agua del pozo, y se ducha uno, tirándose agua encima con una palangana. El agua cae al suelo y se va por el suelo. Nos hemos duchado los tres, mientras un “chancho” merodeaba por los alrededores.

Luego hemos ido a avisar a la señora que nos preparaba las comidas que hoy iríamos a comer fuera, y nos hemos puesto de camino al bar de doña Chica, donde estuvimos ayer. Para llegar hay que trepar pendientes bastante fuertes por el monte, lo que yo acometo con enorme dedicación, con un plástico sobre el yeso, las muletas como apoyo imprescindible y una luz frontal de leds muy potente. Debo parecerles un extraterrestre a los lugareños. Por fin llegamos a donde doña Chica y está cerrado. Preguntamos a un señor. Le digo, "no somos de aqúi, ¿nos puede indicar dónde podemos ir a cenar?". Joan casi se cae al suelo de la risa, por lo de "no somos de aquí", yo, con la pinta que tengo. Nos dirigen a donde doña Rita, que nos da pollo, arroz, frijoles y, ¡sorpresa! ensalada de pepino con limón. No hay planta generadora, así que cenamos con velas, y bebemos limonada sin hielo. Ahora, a bailar al bar “El Almirante”, o como todo el mundo le llama, “La Conejera”, porque está en un lugar donde antes criaban conejos. Tiene una super planta, con música a todo trapo, luces de discoteca, y algunos CD colgados del techo para que hagan reflejos irisados. El ambiente está relajado. Conseguimos que el dueño nos cambie 50 dólares, porque nos estábamos quedando sin cambio. Al principio se resistió un poco pero con un cambio adecuado accedió. Al llegar nos encontramos a don Lionel, Lorna, a las “chelitas” Laura, Lídia y Marta (chele viene de leche, y es el nombre que nos dan en Nicaragua a los blancos de piel), que nos dijeron que el doctor nos estaba buscando. Al final llegó y entramos a la “discoteca”. Bebimos unas cervezas y bailaron los ritmos locales, que incluían la “punta”, rancheras y reaggeton. Las chelitas en Nicaragua eran igual que las suecas en España hace 40 años. Al final, no son más de 40 o 50 años lo que nos separa de esta parte rural de Nicaragua, quizá menos. A la entrada de la discoteca estaba el párking, sólo que en La Aurora no hay coches, y la fila era de mulas atadas a la verja. La gente llegaba y se iba, cogiendo y dejando sus mulas.

Al cabo de un rato salimos a sentarnos al fresco, y empecé a conversar con don Leónidas, al que durante el día por error llamé don Lionel. Tuvimos algunos problemas porque un borracho estuvo interrumpiéndonos con una tenacidad que si la tuviera para el trabajo, mejor le hubieran ido las cosas. Estaba hasta arriba de “guaro”, un destilado casero local. Don Leónidas nació en Bluefields y participó en la revolución Sandinista, haciéndose cargo de numerosos proyectos de alfabetización, concienciación social, utilizando técnicas como el teatro callejero, o sociodrama, para escenificar situaciones de violencia doméstica, drogaadicción y abusos sexuales, y provocar la reflexión entre la población, y animar a las víctimas a sacar sus casos a la luz.

Desde entonces no ha dejado de estar comprometido con el país, trabajando en proyectos de medicina rural, o en su especialidad de ingeniero agrónomo, como ahora, en proyectos de mejora de cultivos. Estan introduciendo cultivos como el cacao, compatibles con los cultivos tradicionales, pero de mayor valor añadido para el campesino porque producen productos exportables. También promueven proyectos de ganadería silvopastoril, que compatibiliza la explotación ganadera con el medio ambiente evitando la deforestación, ya que el ganado puede alimentarse sin tener que talar los árboles, o “palos”, como les llaman aquí. Don Leónidas me cuenta una serie de desencuentros que hubo entre Desos y Raíces Solidarias, que terminaron con cambios importantes en la gestión de los proyectos en Nicaragua. Se creó Desos Nicaragua, del que es director ejecutivo José Arana. Gloria Mangas, que había sido muy activa en la época en que Toni, Albert, Pau y Neus estuvieron aquí, se ha desvinculado, aparentemente por temas de salud. Intentaremos conocerla, ya que fue una persona tan importante para nuestros compañeros cuando estuvieron aquí.

Don Leónidas forma parte del grupo de antiguos militantes del FSLN que fundaron el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), al que pertenecen José Arana y su tío Moisés, antiguo alcalde de Bluefields y cónsul de Nicaragua en España (no me supieron decir qué ciudad). Se percibe un enorme desencanto con la figura de Daniel Ortega, y sobre todo con su hermano Humberto, a quien acusan de enriquecerse a cargo de las empresas públicas del país. Con mi yeso a cuestas, enfilo el camino a la casa, montamos las mosquiteras y a dormir. A Joan le cedemos la cama doble, porque necesita la diagonal para caber.

Rafa